Un poema de Dan Coman

Dan Coman

Dan Coman nos lee uno de sus poemas, incluido en El insectario Coman
(La Bella Varsovia, 2019). Aunque el vídeo tiene subtítulos en castellano, os dejo el texto.

  1. julio

la luz no había pasado todavía de los tobillos y nosotros
[nos buscábamos el uno al otro
entre las mesas del Plan B
como niños entre hamacas —
nos tumbábamos boca abajo, en la orilla
y estábamos solos y tranquilos y esperábamos las olas.

y si nos alejábamos,
nos alejábamos poco a poco
porque cada vez nos daba todo más igual
y las corrientes nos llevaban a lo hondo, lejos,
hacia las escaleras de la oficina.

que nos ahogábamos sin que nadie se diera cuenta no era
[difícil de entender —
la luz había pasado — aún más sobre nosotros,
entre hiedra y piedras
y nosotros hombro con hombro en el agua fría de la
[cafetería,
lejos, en lo hondo.

los cuerpos no los podíamos controlar, el corazón
[retumbaba,
el aire — banco de pececillos de colores cambiando
[bruscamente de dirección
entre la gente ruidosa reunida para el festival.

lo único que nos recordaba que aún no estábamos
[muertos
era el olor a patatas fritas —
la mancha de aceite que aparecía a nuestro alrededor,
coloreándonos los hombros.

y no había nadie observando cómo nos alejamos,
cómo nos quedamos solos, cómo tiembla la sombra en los
[huesos.

y lo que ellos, en las mesas,
podrían haber identificado como desesperados gestos de
[socorro
eran solamente unos fugaces abrazos
entre camareros.

evitamos unas cuantas mesas, a los conocidos,
[adelantamos a
las últimas gaviotas. cuando ya no se veía la luz
encontramos las escaleras:
rocas al final del mar, piedras quemadas por el sol
en las que nos subimos de unos cuantos movimientos.

allí, en la oscuridad, nos acabaron encontrando:
flotando uno junto al otro junto a la puerta de la oficina
sin rumbo, boca arriba.