Un poema de Alina Purcaru

Canción de cuna para la niña que vuelve tarde a casa

Quisiera ser un hombre sueco
que va a Dinamarca
a beber cerveza
alguien que durante una vida entera
ha vagado displicente por las gasolineras
ha pasado por estaciones mugrientas
y ha cambiado de trenes regionales,
alguien que ahora
tiene su propio camión
y la energía para pasar la frontera
solo para comprar cerveza.

Quisiera ser el hombre solitario
y decidido
que se empastilla en un festival de música electrónica
ser la curiosidad
de su mente
su entusiasmo para algo peligroso
no vivido aún
el riesgo
la renuncia
de nuevo
quisiera ser el propio camionero
de camino a Dinamarca.

Vestir la camiseta con la que he dormido
morder de un bocadillo comprado al azar
en la primera gasolinera
un bocadillo con demasiada mayonesa;
que me den náuseas y saber que son solo náuseas,
continuar con mi camión
impasible
con el depósito lleno
pasar la frontera de Suecia a Dinamarca,
llevar en la cabina
a mochileras y niños perdidos
que van a meterse de todo
a festivales de música electrónica
#noshamenoshame

Llevar conmigo la cerveza
el miedo a los extraños
que sé que es solo miedo
a los extraños
pero nadie puede tocarme
ni la camiseta de recambio
no hay ningún plan
más que beber
cerveza en Dinamarca,
esperar a que se me pasen las náuseas, a que me entre el hambre,
y volver a casa
con muchas, muchas botellas.

Más tarde
quisiera ser una imagen generada por ordenador
un césped impecablemente cortado
una barbacoa que mis amigos se disfruten
mientras las sirenas de los coches de policía
se oyen en otra parte,
lejos de nosotros
y después
el ruido breve de las teclas
cuando todo esto
se borre de la pantalla.

Quisiera ser deportistas
planos y hermosos
de los que no toman mayonesa
para amar mejor
personas con el abdomen impecable
encantados del norte
y prudentes
con los deseos.

Quisiera ser un grupo de acróbatas
que se sujetan mutuamente
en el aire
ser el temor y la seguridad
y todo lo que hay entre ellos
esto, y los aplausos de después

(y sobre todo el chico tímido del grupo
al que hacen ponerse de pie
porque es su cumpleaños
los fuegos artificiales
la vergüenza
cuando le piden que haga otra pequeña demostración
ya que es el cumpleañero
-los espectadores cómodamente sentados en las butacas)

Un partido de fútbol quisiera ser
algo tan tranquilizador
para un planeta de aficionados
un partido de fútbol hipnótico
capaz de traer la paz a los barrios
uno bonito, con prórroga,
(pero sin tarjetas rojas)
y al menos una vez
quisiera ser
todas las palabrotas que no se oyen
más que en el estadio.

(el espacio en el que pueda abrirme de piernas
con la ligereza de un director de un club
– Jürgen Klopp
quisiera ser)

Zlatan Ibrahimovic
marcando tras regatear a cinco adversarios
la estatua dorada de Zlatan
el metal que se alegra de fundirse con su forma
su discurso
de aceptación de la estatua.

Zlatan caminando como Jesús sobre las aguas
dos días después de la operación de rodilla
porque los leones no se recuperan como las personas
por muy buenas que sean

y el mejor ha de seguir siendo
solo uno
y și el mejor
no recibe más dinero
monta un escándalo
se va a otro club
#avidadolars

-no diva,
león, en este mundo
quiero ser
– un dios que emigra al Norte
con caprichos que no se discuten-

los diez mejores momentos de su carrera
o mejor todavía George Best
y que me den gratis toda la bebida que quiera
en todos los bares de Mánchester

quisiera ser la red de taxistas
que se mandan señales y matan el tiempo en las paradas
vierten su rabia, insultan a los clientes
creen en Zamolxe y en los gigantes de los Cárpatos
comparten sin descanso sus convicciones
entre ellos
con los extraños

un sistema cerrado de advertencia
justificado y funcional
quisiera ser
entre nosotros.

La puerta cerrada tras la que me arranco las deportivas al llegar a casa
la puerta cerrada tras la que mi cuerpo se deshace, por fin, de la ropa
la puerta cerrada en los arcenes
la puerta cerrada de la cola de los trenes

la puerta cerrada de sus vestuarios
la puerta cerrada de sus coches
la puerta cerrada de todos sus jardines
y almacenes
y garajes
y maleteros

la puerta cerrada entre sus chistes y yo
y sus oficinas
y sus colecciones

cerrada
con todas sus
cerraduras

y después
al llegar a casa

(evitando sus preguntas
rechazando su tabaco
esquivando sus insinuaciones
ignorando sus recomendaciones
alejando sus manos
masticando, preocupada, el chicle,
siempre media tira
siempre Five Cobalt
cooling pepperming- –
importándome todavía)

cuando por fin llego a casa
quisiera
quisiera tanto
escupirlo todo junto al chicle
que ha perdido el sabor a menta
y marcharme en paz a la cama,
tranquila como Zlatan, recién despertado de una pesadilla
como Zlatan después de que le dijeran
que es mejor que Ronaldo el Gordito
para que se pueda volver a dormir.

Dormir con la voz de un amigo imaginario
que me dice que Ronaldo el Gordito no existe,
ni camiones conducidos con una sola mano
por hombres fuertes
e intangibles
amantes de la cerveza y la velocidad
no existen,
ni el ruido breve de las teclas
cuando todo esto
se borre de la pantalla
no existen
ni siquiera en sueños

Ahora
existen solo estos polvos mágicos
que se ponen en los párpados
en los que te sumerges
como en una polvera gigante –

y brillas
y brillas
y brillas
pequeña estrella.

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